sábado, 12 de enero de 2008

Ciento cincuenta y cuatro


Un sueño de mordiscos destrozado por unas cuantas palabras y dos o tres tonos.
Nadie sabe lo que es rendirse hasta que no es capaz de traicionar un sueño por nada.
Cualquiera diría que si te doy algo me tienes que dar algo a cambio, pero soy una de esas personas que dan todo sin esperar nada a cambio, mas que nada porque con que me miren a los ojos ya me lo han dado todo, incluso más de lo que se imaginan.
Y ahora, renuncio a un sueño, a una esperanza y a un mordisco solo por una fruta muy dulce.
Pero no quiero perder más de lo que ya no me queda.
Solo me limitaré a soñar cosas sin sentido, a querer desinteresadamente a cualquiera y no volveré a provar algo dulce en algun tiempo.
Y no es por ti, lo hago por mi, porque no tengo hambre.