lunes, 8 de octubre de 2007

La melodia y un piano



Aun recuerdo como me enseñaste a tocar el piano. Incluso creo que tendré por ahí guardadas tus partituras a puño y letra.
También recuerdo como es exactamente la melodía que me regalaste. Aunque ya no me hacen falta, la he repetido tantas veces que ya me la se de memoria hasta que pierda el conocimiento.
Recuerdo aquel día que acudiste a mi casa, como siempre, y me dijiste que tenías un regalo para mí. Enseguida me emocione, significabas tanto para mi que no sabia como decirte lo loca que estaba por ti y lo feliz que era por tener algo tuyo. Dejaste una carpeta encima del banquillo, y me explicaste:
-Esto es tuyo, lo he hecho para ti. Va a ser la primera canción que toques sin mi ayuda, espero que la recuerdes para siempre...
Claro que la recordaré para siempre.
Empecé a ojear las paginas, parecía una melodía encantadora, pero solo una mas del montón que se oye de fondo en un ascensor de una importante oficina.
Me miraste, desde la otra punta del salón, allí a donde te habías sentado sin que apenas me diera cuenta, estaba demasiado ocupada mirando mi magnifica música.
Y en tus ojos pude diferenciar una frase, o mejor dicho, una pregunta : ¿Porque no me la tocas ahora?. decidí no decepcionarte, se que era muy importante para ti y el hecho de que yo ya pudiera tocar sola, significaba mucho para los dos.
Me senté con tranquilidad, miré que el piano no estuviera desafinado y con tranquilidad, me preparé para empezar la magia que tu me habías enseñado a crear.
Empecé a tocar, parecía hermosa, no había escuchado nunca nada igual, y menos aun algo que fuera mío, y que lo estuviera creando yo con mis propias manos.
No se parecía en nada de lo que hubieras creado anteriormente.
Me enseñabas a tocar piezas clásicas, y si algún día estabas de buen humor me enseñabas tus partituras y tocábamos los dos juntos de manera divertida.
Poco a poco fui tocando la canción, cada vez quedaba menos para acabarla y cada vez me emocionaba mas, era lo mejor que había tenido nunca.
Note como te acercabas por mi espalda, me pusiste la mano encima del hombro y sentí un beso en el cuello.
No me habías besado nunca antes, me desconcertó un poco ,pero no le di importancia. Seguí tocando.
Cada vez tus besos eran mas largos y mas suaves, y cada vez subían mas hacia mi cara. Yo seguía tocando. Cuando me quise dar cuenta, estábamos besándonos dulcemente, absorbiendo casi al ultimo aliento de vida.
Terminó la canción, pero no me levante del piano, no podía, estabas encima mío, y no quería que esto acabara nunca.
Cada vez los besos eran con mas ganas y los suaves mordiscos nos excitaban mas. Empecé a notar tus manos bajo mi ropa, frías y dedos largos de pianista, esas manos tan perfectas que daba por perfectas cada vez que las veía deslizar por encima de las teclas blancas del piano.
Me quitaste la camiseta, no recuerdo exactamente cual fue el momento exacto en el que note que ambos estábamos dándonoslo todo el uno al otro.
Fue entonces cuando oímos el fuerte ruido que hace el piano cuando das muchas teclas a la vez, ese ruido que molesta al oído, pero a nosotros no nos molesto.
Solo sirvió para que empezaras a hacérmelo muy despacio, y cada vez mas deprisa y mas deprisa, haciéndome sentir la mejor de las canciones, haciéndome sentí que era tuya.
Después de eso, y ambos cansados como si acabáramos de hacer la tarea mas costosa del mundo, me miraste y entendí todo lo que luego me repetiste.
-Esto es tuyo y solo tuyo, al igual que yo, espero que no lo olvides nunca. La melodía de mis sentimientos hacia ti. Esto eres tu según yo. Te quiero hasta que esta melodía desaparezca para siempre del planeta.
Y desde entonces aun sigo recordando esa melodía, sigo sabiéndola tocar y sigue siendo especial para mi.
La escucho todos los días, la toco a todas horas en el mismo piano que aquel día...
Y tal como me dijiste, me sigues queriendo hasta que deje de sonar la melodía... así que no quiero que deje de sonar nunca...